Universo // Pregúntale al Polvo
Llegamos al hotel de paso que está sobre la carretera deshabitada. Alquilamos la última habitación; al menos eso nos dijo el portero desdentado. Estás exhausta, lo percibo en tu cabello despeinado. La madera de las escaleras cruje al subirlas a paso lento. La madrugada ha invadido los pasillos. En la puerta de la habitación cuelga el número trece. Cuelga un tipo de mal agüero.
Ya estás acostada. Ya me das la espalda. Yo, sentado en la orilla de la cama, también te doy la espalda. Saco una servilleta que guardé en el bolsillo de mi chamarra de cuero, antes de salir de Rusty’s, donde cenamos café. Entonces leo:
Juego con el lunar que tienes junto a la boca. Mapa de constelaciones sobre tu piel blanca Juré algún día terminar de contarte las pecas. Pequeños puntos estancados en los poros de tu piel. El sol es el lunar junto a tu boca. Justo el viernes pasado descubrí Aquel sol que descansa en el infinito de tu cuerpo y cerca de tu boca.
Mi voz te estremece pero no lo suficiente como para ahogarte el sueño. No debimos haber escapado así. La colt 45 pesa más que nuestra suerte; aunque nuestra suerte no es lo suficientemente pesada, como para que su peso caiga sobre mi espalda.
—Descansa, querida.
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