Sobredosis // El sombrío folk de Matt Elliott
Describir la música de Matt Elliott es una tarea complicada. Las sensaciones que es capaz de provocar este artista originario de Bristol, Inglaterra, son altamente variables e incluso cada experiencia con su música puede resultar totalmente diferente. Matt Elliott comenzó su carrera a mitad de la década de los noventa, primero bajo el nombre de The Third Eye Foundation con un concepto ligado a la experimentación mediante sampleos y apegado a la música electrónica, recibiendo un reconocimiento moderado pero colocándose en la vitrina de la escena inglesa de géneros como el trip hop y el post rock. Pasarían varios años hasta que en 2003 lanzaría The Mess We Made, su primer álbum como Matt Elliott y en donde se inicia un cambio total en su manera de hacer música, aunque conservando, en el fondo, ese estilo sombrío que lo ha caracterizado toda su vida. Esta nueva etapa de Elliott como compositor derivó en una trilogía de discos posteriores, Drinking Songs (2005), Failing Songs (2006) y Howling Songs (2008). “Folk oscuro” (dark folk) es la categoría que la crítica le ha asignado a este intérprete, y que de algún modo es bastante acertada, pero a veces parece que se queda muy corta. Sin embargo, como ya había antes mencionado, resulta muy difícil explicar el sonido de estas producciones bajo una etiqueta o género musical.
La experiencia con cualquiera de los álbumes de Matt Elliott es compleja. Son postales llenas de tristeza, nostalgia y desolación, pero no hay que malentender esto. Si bien su música no es aquella que contagia alegría ni provoca bailar, tampoco resulta molesta o angustiante. Es de cierta forma un perfecto y hermoso desastre, ideal como para observar el sol despedirse en el horizonte de una tarde gris. La voz y la guitarra son los principales elementos del sonido de este artista británico, que en ocasiones acompaña las atmósferas, con secuencias electrónicas, que logran que la canción más tranquila se transforme en un denso nubarrón y decaiga finalmente en otra suave melodía. Se puede decir mucho más sobre la música de Matt Elliott y las emociones que emanan de su notable talento, sin embargo, la manera más fácil de apreciar su trabajo, o mejor dicho, su arte, es escuchándolo. Encuentro importante mencionar que sus discos son considerablemente más disfrutables cuando se entienden como una sola pieza y no como un grupo de canciones, pues cada una está conectada con la siguiente y en conjunto forman una gran obra maestra. Aquí podrán escuchar una muestra para conocer y sumergirse en las diferentes facetas de la música de Matt Elliott: (Haz click en la imagen para ir al disco) Failing Songs: su lado más acústico, la guitarra y la voz son los protagonistas de esta travesía sonora llena de atmósferas e intensidades. Drinking Songs: los paisajes a los que este álbum transporta son ideales para observar lentamente como una botella de licor se vacía ante una mirada quieta. Un punto medio en la combinación de guitarras y algunos elementos electrónicos. The Mess We Made, hasta ahora lo más experimental en la última etapa de Matt Elliott, secuencias electrónicas, atmósferas y beats junto a oscuras voces crean, como su nombre lo indica, un desastre, una especie de bella catástrofe. |